¡Hola!
Hablarte sobre mí supone contar una historia llena de contrastes, pero bueno, es la que hay y es la mía, así que… ¡allá voy!
Mi madre tenía una residencia para mayores y siempre me sugería que estudiase Auxiliar de Enfermería para aplicar esos conocimientos allí. Yo no lo tenía claro y paralelamente depilaba y maquillaba por puro disfrute e incluso peinaba a familiares y amigas para diferentes eventos, pero como se decía antes : «ser peluquera o esteticista no tenía futuro».
El salto al mundo profesional.
Finalmente me decidí a hacer Auxiliar de Enfermería, labor que no me disgustaba, pero lo que a mí me hacía «flipar» y disfrutar sin esfuerzo alguno era maquillar o hacer todo lo que tuviera que ver con la estética, así que después me preparé el acceso a Técnico Superior de Estética.
Mis prácticas fueron, directamente, llevar un pequeño gabinete de belleza con el que soñaba y que la vida me cedió por la enfermedad de la que era su dueña. En vez de poder aprender de ella, tuve que hacerme cargo yo sola del centro y enfrentarme a mis 23 años, sin experiencia profesional, a su clientela a la que llevaba 20 años tratando. Aún recuerdo cómo me sudaban las manos cada vez que tenía que atender a alguien. ¡Eso sí que fueron buenas prácticas!
Con el tiempo las clientas se hicieron a mí y adquirí una gran experiencia en la estética y el maquillaje.
Sé que esto no es fácil porque todo el mundo no nace con vocación, pero te animo a que indagues y pienses en algo que se te dé bien hacer y no te suponga trabajo. Ve en esa dirección, recuerda que el trabajo es el lugar en el que más horas estarás a lo largo de tu vida.
Tras 14 años con mi centro de estética, la vida me dio el más triste y doloroso de los golpes: mamá nos dejó y tuve que cerrar mi negocio y hacerme cargo de su residencia para mayores.
Este cambio me supuso superar muchas pruebas a todos los niveles. Fue la etapa más dura de mi vida, pero nunca me impidió seguir maquillando, pues siempre he tenido demanda. Además, la labor que he conseguido con «mis abuelos» hoy día no tiene precio. Creo que mamá estará orgullosa…
La nueva situación me ha dado más responsabilidades, pero también más libertad de horarios, por lo que me deja tiempo para hacer lo que me gusta y conozcas algo más sobre mí: maquillar, yoga, el «flamenquito» y viajar. Vaya popurrí, ¿verdad? Pues sí. A pesar de mi personalidad y temperamento soy espiritual, profunda y ¡flamenca! Sevillana de a pie y ciudadana del mundo. Aun así, tengo una asignatura pendiente: aprender inglés.
Hoy día no dejo de aprender, además de maquillaje y todo lo que conlleva este mundo, a tener y/o alcanzar mi «paz interior», tarea no fácil pero crucial para disfrutar de cada día y sentirme plena.
Una vez me preguntaron: ¿como te gustaría verte en 5 años?
Y mi conclusión fue: como sea y donde sea, pero con paz interior.
Esa es mi dirección porque ya nací con vocación…
Considero que sentirte en confianza y disfrutar durante el camino es igual de importante que hacerlo el día de tu boda.
Por eso tu gran día lo hago también mío.
¿Te animas a saber algo más sobre mí, a que nos conozcamos?
¡Prometo arte!